Así es un día en la vida del verdadero sabanero guanacasteco
Nunca se le ve sin sombrero ni sin su caballo. Desde antes del amanecer hasta el ocaso, el sabanero encarna una tradición que da identidad y orgullo al pueblo guanacasteco.
“El señor de las sabanas fue el que se desplazó habilidoso por los llanos y las montañas, experto lazador, vaquetero, montador insigne, arriador de interminables y solitarios caminos”.
Así describen los libros de historia al sabanero, personaje emblemático de la cultura guanacasteca y ejemplo fiel del trabajo en el campo. Durante generaciones, ha sido un motor de la actividad económica en la región.
El sabanero inicia su jornada muy temprano, a las 4:00 a. m. Prepara a su caballo, desayuna con su familia —que ya está en pie—, se lleva su almuerzo envuelto en hojas, conocido como “burra”, y se dirige a la sabana para cumplir con su labor. Cuida del ganado, administra los recursos de la hacienda, vigila el terreno y regresa al hogar al caer el sol.
Nunca se le ve sin sombrero, símbolo de su envestidura. Y tampoco se le ve solo: su caballo es su compañero inseparable. Lo resume bien Miguel Vastos: “Si a un sabanero le pasa algo en el monte, un desmayo u otra cosa, y se monta a su caballo, él lo trae a su casa”.
Para conocer más sobre la cultura del sabanero y vivirla de cerca, puede visitar Rancho Los Coyotes. Para más información, comuníquese al 8387-3020.
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