29 de julio de 2025, 18:20 PM

Dra. Johanna Alvarado/ ICF Young Leader Award.

"El bienestar no es un lujo; es una habilidad que puede aprenderse y cultivarse", Martin Seligman, padre de la Psicología Positiva.

En estos meses en los que navego con entusiasmo en la especialización en Psicología Positiva de la Universidad de Pennsylvania, he descubierto un terreno fértil que trasciende la teoría y se convierte en una aspiración profunda: llevar la psicología positiva a los líderes para que sean verdaderos líderes positivos. No me refiero a un optimismo superficial ni a frases motivacionales sin fundamento; hablo de raíces profundas, de semillas que, si se cultivan con intención, nos permitirían cosechar frutos jugosos en nuestras vidas, en nuestras organizaciones, en nuestras comunidades y, por qué no, en el mundo entero.

La psicología positiva nos recuerda que el liderazgo no debería limitarse a dirigir o alcanzar resultados, sino a generar bienestar y florecimiento humano. En este viaje académico y personal, observo una realidad evidente en muchos entornos: hay quienes caminan bajo el peso de una “nube negra” -personas que ven obstáculos en cada paso- y hay quienes poseen una mentalidad optimista, capaz de movilizar, inspirar y contagiar esperanza.

La pregunta, entonces, es inevitable: ¿qué tipo de líder queremos ser?

Las seis virtudes humanas: el corazón de un liderazgo que florece

Sabiduría y conocimiento: La curiosidad, el amor por el aprendizaje, el pensamiento crítico y la creatividad son su esencia.
Pregúntese: ¿Tomo decisiones basadas en datos y experiencia o reacciono por impulso? ¿Fomento la curiosidad en mi equipo?

Coraje: Incluye la valentía, la perseverancia y la honestidad.
Pregúntese: ¿Me atrevo a decir lo que es correcto, aunque sea incómodo? ¿Persevero cuando las condiciones son adversas?

Humanidad: Basada en la amabilidad, el amor y la inteligencia social.
Pregúntese: ¿Soy consciente de las emociones de los demás? ¿Demuestro genuino interés por su bienestar?

Justicia: Implica el trabajo en equipo, la imparcialidad y el liderazgo responsable.
Pregúntese: ¿Valoro los aportes de todos por igual? ¿Soy un líder que inspira confianza y equidad?

Templanza: Se expresa en el perdón, la humildad, la prudencia y el autocontrol.
Pregúntese: ¿Manejo con calma los conflictos? ¿Reconozco mis errores sin justificarme?

Trascendencia: Incluye la gratitud, la apreciación de la belleza, la esperanza, el humor y la espiritualidad.
Pregúntese: ¿Encuentro sentido a lo que hago? ¿Transmito esperanza y entusiasmo a mi equipo?

Reconocer nuestras fortalezas y trabajar conscientemente en nuestras áreas de mejora no solo nos transforma como individuos, sino que nos convierte en catalizadores del potencial humano en otros.

El modelo PERMA: la ruta hacia el bienestar sostenible

Desde 2016 he compartido en mis exposiciones un modelo que sigue siendo un faro para quienes aspiran a un liderazgo más humano: el modelo PERMA de Seligman. Su aplicación sistemática en líderes podría transformar no solo organizaciones, sino sociedades enteras.

PERMA es el acrónimo que resume cinco elementos esenciales del bienestar:

P – Positive Emotions (Emociones Positivas): cultivar momentos de gratitud, alegría y satisfacción diaria.
E – Engagement (Compromiso): estar plenamente involucrados en lo que hacemos, experimentar el “flow” que nos hace perder la noción del tiempo.
R – Relationships (Relaciones Positivas): construir vínculos de confianza y reciprocidad auténtica.
M – Meaning (Sentido): tener un propósito que trascienda lo personal y conecte con algo más grande.
A – Accomplishment (Logro): celebrar progresos, por pequeños que sean, y sentirnos competentes.

Investigaciones demuestran que cada uno de los componentes del modelo PERMA está significativamente asociado con una mayor satisfacción laboral, vitalidad, compromiso y menor distrés psicológico.

Además, estudios específicos liderados por Seligman y colegas sobre optimismo aprendido mostraron que en entornos comerciales, empleados optimistas vendieron un 35 % más que sus contrapartes con menor optimismo, y los más pesimistas tenían el doble de probabilidades de abandonar en el primer año. De igual forma, investigaciones laborales independientes señalan que trabajadores felices pueden ser hasta un 12 % más productivos que aquellos insatisfechos.

Todas estas evidencias convergen en un mensaje claro: el bienestar no solo es humano, también es estratégico.

Hoy, más que nunca, estoy convencida de que ser un líder positivo no es un cliché; es una responsabilidad ética y profundamente humana. Es sembrar virtudes para que florezcan no solo en nosotros, sino en quienes nos rodean. Es liderar desde la esperanza, la justicia y la trascendencia, confiando en que esos frutos nutrirán un mundo mejor.

“La felicidad auténtica surge cuando utilizamos nuestras fortalezas para contribuir a algo más grande que nosotros mismos”, Martin Seligman.


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