27 de agosto de 2025, 16:42 PM

Dra. Johanna Alvarado/ ICF Young Leader Award.

“Quien no confía, se condena a vivir en una prisión hecha de sus propios miedos”, Mario Alonso Puig. 

La confianza es un puente no visible, pero firme, que sostiene cada paso que damos. No es ingenuidad: es un acto consciente de coraje. Abrirse, exponerse, aceptar que no controlamos todo… y aun así avanzar. Creemos que desconfiamos por lo que hacen otros, pero muchas veces la raíz está en esas voces internas que filtran la realidad con temor, exageran el riesgo y levantan muros donde podrían existir puentes.

He sido testigo de cómo la erosión de la confianza, esa merma sutil, pero persistente, mantiene a las personas en un estado de alerta casi permanente. Y esa alerta, lejos de proteger, se convierte en obstáculo, en piedra de tropiezo que impide avanzar, conectar y construir.

Confiar es darle espacio al mundo y a uno mismo para crecer. Es reconocer que la vulnerabilidad no nos debilita… nos humaniza. Es fundar nuestro liderazgo interior en la coherencia y en la apertura. A veces caemos en la popular “parálisis por análisis”, revisando cada detalle como si eso garantizara certezas. Y, sin embargo, es ese exceso de control lo que más erosiona nuestra capacidad de confiar y actuar.

Permítase ser y hágase estas preguntas:

  • ¿Cuándo fue la última vez que su reacción fue desconfiar? ¿Qué historia interna estaba guiando esa reacción?
  • ¿Cómo sabe cuándo su brújula interna se inclina más hacia el miedo que hacia la posibilidad?
  • ¿Qué pasaría si hoy, consciente y decidido, diera un paso extra de confianza hacia usted mismo y hacia los demás?
  • ¿Se pone la máscara de la reactividad para protegerse de un momento sensible, propio o de alguien más? ¿Levanta la voz, se muestra autoritario o golpea la mesa para evitar cualquier resistencia?
  • ¿Le da características estáticas a las experiencias o a las personas para excusarse de no dar oportunidades y avanzar porque tiene miedo de lo que pase, que podría ser doloroso o desagradable?
  • ¿Evita expresar lo que siente para no quedar expuesto, aun sabiendo que esa omisión puede cerrar puertas importantes?

Póngalo en práctica ahora:

Antes de cerrar una puerta —ya sea hacia una idea, una persona o incluso hacia usted mismo— haga una pausa. Mire ese puente interno: ¿le está señalando miedo o posibilidad?

La confianza no es solo un acto hacia los demás. Es un acto de vulnerabilidad profundo, que nace en nuestros pensamientos y acciones hacia uno mismo y quienes nos rodean. No hablamos de confiar ciegamente, sino de cultivar una fuerza que actúe como puente sano entre conflictos, generando resultados armoniosos y deseables en todos los ámbitos de la vida. 

Es también la decisión consciente de darle oportunidad a quienes nos rodean, de actuar con confianza, respirar, soltar creencias estáticas que enjuician, y atreverse a preguntar con genuino interés y amor. Practicar una escucha activa que use preguntas abiertas —qué, para qué, cómo, cuándo, dónde, con quién— es abrir ventanas nuevas a la comprensión y al crecimiento.


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