Por Deutsche Welle 29 de octubre de 2025, 8:35 AM

La policía de París reconoció el miércoles importantes deficiencias en las defensas del Museo del Louvre, convirtiendo el deslumbrante robo a plena luz del día de este mes en un debate nacional sobre cómo Francia protege sus tesoros. El jefe de la policía de París, Patrice Faure, declaró ante el Senado que los sistemas obsoletos y la lentitud en las reparaciones han dejado puntos débiles en el museo más visitado del mundo. "No se ha dado un paso adelante en la tecnología", afirmó ante los legisladores, señalando que partes de la red de vídeo aún son analógicas, lo que produce imágenes de menor calidad que tardan en transmitirse en tiempo real. La tan esperada renovación —un proyecto de 93 millones de dólares que requiere aproximadamente 60 kilómetros de cableado nuevo— "no estará terminada antes de 2029-2030", añadió.

Increíble "punto ciego"

Faure también reveló que la autorización del Louvre para operar sus cámaras de seguridad expiró discretamente en julio y no fue renovada; una omisión administrativa que algunos interpretan como un símbolo de negligencia generalizada después de que unos ladrones forzaran una ventana de la Galería Apolo, abrieran las vitrinas con herramientas eléctricas y huyeran con ocho piezas de las joyas de la corona francesa en cuestión de minutos, mientras había turistas dentro. Debido a este "punto ciego", la alerta se produjo demasiado tarde.

"Los agentes llegaron muy rápido", dijo Faure, pero añadió que la demora se produjo antes en la cadena de comunicación: desde la detección inicial, pasando por la seguridad del museo, hasta la línea de emergencia y el mando policial. Faure y su equipo afirmaron que la primera alerta a la policía no provino de las alarmas del Louvre, sino de un ciclista que se encontraba fuera y que llamó a la línea de emergencia tras ver a hombres con casco y una cesta elevadora.

La detención preventiva de los sospechosos está a punto de expirar. Las autoridades informaron que dos sospechosos fueron arrestados durante el fin de semana, uno de ellos detenido en el aeropuerto Charles de Gaulle cuando intentaba salir de Francia. Según la normativa francesa para el robo organizado, la detención preventiva puede extenderse hasta 96 horas. Ese plazo vence el miércoles por la noche, cuando la fiscalía debe acusar a los sospechosos, liberarlos o solicitar una prórroga judicial.

Golpe financiero "total" por el robo

El Louvre valora las ocho piezas robadas en unos 102 millones de dólares. No se ha confirmado la recuperación de ninguna. El robo también ha puesto de manifiesto una deficiencia en el sistema de seguros: las autoridades afirman que las joyas no estaban aseguradas de forma privada. El Estado francés autoasegura sus museos nacionales, ya que las primas para cubrir patrimonio invaluable son astronómicamente altas, lo que significa que el Louvre no recibirá ninguna indemnización por la pérdida. El golpe financiero, al igual que la herida cultural, es total.

Faure se opuso a las soluciones rápidas. Rechazó las peticiones de establecer un puesto policial permanente dentro del palacio-museo, advirtiendo que sentaría un precedente inviable y sería poco efectivo contra los equipos móviles de rescate. "Me opongo firmemente", declaró. "El problema no es un guardia en la puerta; es agilizar la cadena de alerta". Instó a los legisladores a autorizar herramientas actualmente prohibidas: detección de anomalías basada en inteligencia artificial y seguimiento de objetos (no reconocimiento facial) para detectar movimientos sospechosos y rastrear patinetes o equipos a través de las cámaras de la ciudad en tiempo real.

Robo rápido y eficiente

El robo del 19 de octubre fue rápido y sencillo. En la hora punta de la mañana, los ladrones llegaron a la galería de joyas cerca de las ventanas que dan a la calle, cortaron las vitrinas reforzadas y desaparecieron en minutos. El ex ladrón de bancos David Desclos declaró a la AP que la operación fue de manual y que las vulnerabilidades eran evidentes en la distribución de la galería. La ministra de Cultura, Rachida Dati, presionada por las autoridades del museo, se ha mantenido a la defensiva, rechazando la dimisión del director del Louvre e insistiendo en que las alarmas funcionaron, aunque reconociendo que existían fallos de seguridad. Ha mantenido los detalles al mínimo, alegando que las investigaciones están en curso.

El ajuste de cuentas se produce en un museo ya de por sí rodeado de tensiones. En junio, el Louvre cerró debido a una huelga espontánea del personal —incluidos los agentes de seguridad— por la afluencia incontrolable de público, la crónica falta de personal y las condiciones insostenibles. Los sindicatos afirman que el turismo masivo y las obras de construcción crean más "puntos ciegos", una vulnerabilidad que quedó patente cuando los ladrones utilizaron una plataforma elevadora hasta la fachada que da al Sena y accedieron a una sala donde se exhiben las joyas de la corona.

Faure afirmó que la policía ahora supervisará los plazos de los permisos de vigilancia en todas las instituciones para evitar que se repita el fallo de julio. Sin embargo, recalcó que la solución integral es compleja y lenta: implica desmantelar y reconstruir los sistemas centrales mientras el palacio permanece abierto, y actualizar la ley para que la policía pueda actuar ante movimientos sospechosos en tiempo real, antes de que una motocicleta desaparezca en el tráfico parisino y los diamantes pasen a la historia.

Los expertos temen que las piezas robadas ya hayan sido desmanteladas y las piedras talladas nuevamente para borrar su pasado, una posibilidad que intensifica el debate en Francia sobre cómo protege lo que el mundo viene a contemplar.

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