Galería: Así se veía la casa de Gene Hackman cuando lo encontraron muerto
Las fotografías han dado más detalles de la condición en la que vivían el actor y su esposa antes de fallecer, el pasado mes de febrero.
La casa donde el actor Gene Hackman y su esposa, Betsy Arakawa, fueron encontrados sin vida el pasado 26 de febrero, parecía a simple vista un refugio de tranquilidad. Ubicada en una exclusiva zona residencial al norte de Santa Fe, la propiedad de estilo “Pueblo Revival”, valorada en más de $4 millones, ofrecía vistas panorámicas del desierto y los picos de las Montañas Rocosas.
Pero tras sus muros de adobe, se gestaba una tragedia silenciosa: una infestación de roedores que terminó cobrando la vida de Arakawa y que podría haber contribuido al deterioro final del propio Hackman.
Las autoridades del condado de Santa Fe divulgaron los registros oficiales de la investigación, incluidos videos de cámaras corporales y documentos forenses. El material, liberado tras un fallo judicial que exigió mantener fuera de plano los cuerpos de la pareja, arroja nueva luz sobre los últimos días del actor, de 95 años, y su esposa, de 65.
Medios estadounidenses como APNews accedieron a estos registros fotográficos y multimedia, los cuales de inmediato se volvieron virales en redes sociales.
El informe forense determinó que Hackman falleció por complicaciones cardíacas vinculadas al Alzheimer, aproximadamente una semana después de la muerte de Arakawa, quien contrajo hantavirus pulmonar, una enfermedad rara y potencialmente letal provocada por la exposición a excrementos de roedores infectados. Las autopsias confirmaron que ambos murieron por causas naturales.
Sin embargo, el trasfondo sanitario de la residencia fue clave para entender cómo se desencadenaron los hechos. Una inspección ambiental realizada días después del hallazgo de los cuerpos reveló un escenario preocupante: al menos ocho estructuras dentro de la finca, entre ellas garajes, cobertizos y anexos, presentaban señales activas de infestación. Los expertos encontraron heces secas, nidos, roedores vivos y muertos, e incluso vehículos con huellas recientes de actividad animal.
La casa principal no estuvo exenta del riesgo. Arakawa, según el historial de su computadora, había estado buscando información sobre síntomas similares a los de la gripe y técnicas de respiración desde el 8 de febrero. El 11 de ese mes, envió un correo electrónico a su masajista explicando que Hackman había amanecido con fiebre y tos, por lo que debía cancelar su cita.
El 12 de febrero, Arakawa intentó contactar un servicio médico privado en Santa Fe, pero la llamada duró menos de dos minutos y no respondió a un intento de devolución más tarde ese mismo día. Su búsqueda en línea también incluía palabras clave como “dificultad para respirar” y “síntomas de COVID-19”. Ese mismo día fue la última vez que se registró actividad en sus dispositivos.
El hallazgo de los cuerpos ocurrió gracias a un miembro del personal de seguridad de la urbanización, quien al notar la ausencia prolongada de la pareja, se acercó a la casa y miró por una ventana. La escena, lejos de ser un simple caso de muerte natural en la vejez, evidenciaba una situación de aislamiento, enfermedad y falta de asistencia médica oportuna.
En el baño donde se halló el cuerpo de Arakawa se encontraron pastillas de levotiroxina, pero estas no contribuyeron a su fallecimiento, según confirmó la médica forense. Uno de los tres perros del matrimonio también fue encontrado muerto, dentro de una jaula, posiblemente por causas relacionadas con la misma exposición ambiental.
Betsy Arakawa, nacida en Hawái, fue pianista de formación y empresaria. Fue vicepresidenta de una tienda de decoración en Santa Fe y conoció a Hackman en los años 80, mientras trabajaba en un gimnasio en California. Se mudaron juntos a Nuevo México hacia el final de esa década y vivieron allí desde entonces.
El caso de Arakawa representa el primer fallecimiento por hantavirus confirmado en Nuevo México en lo que va del año. La enfermedad no se transmite de persona a persona, y suele aparecer en zonas rurales donde las personas tienen contacto con excremento de roedores, especialmente en espacios mal ventilados o estructuras abandonadas. Las autoridades continúan investigando si hubo alguna negligencia previa en el control de plagas en la propiedad.