Por Adrián Fallas |6 de abril de 2025, 15:30 PM

Las políticas económicas de Donald Trump afectan no solo las relaciones con los países que son sus socios comerciales.

Costa Rica y el resto del mundo están atentos a lo que sucede.

Para entender este panorama tan cambiante, entrevistamos al catedrático de la Berkeley University, Andrés Rodríguez-Clare, con quien conversamos previo a las últimas medidas tomadas por Trump, que en algunos casos hacen cambiar los panoramas en ciertos puntos.

Para Costa Rica, ¿cuáles deberían ser los principales puntos de interés al ver esta realidad cambiante y cuáles son los escenarios para los que deberíamos prepararnos?

La clave en un mundo tan incierto es la diversificación de los destinos para nuestras exportaciones.

Costa Rica viene con esta política desde hace muchos años, así que hay mucho camino ya recorrido, pero es claro que hay que redoblar esfuerzos para evitar depender mucho del comercio con un solo país o región. Y claro, la agenda de reformas para aumentar la productividad en el país debe continuarse.

En un contexto de creciente proteccionismo y rivalidad entre potencias, ¿cómo se está reconfigurando la economía mundial y qué papel jugarán EE.UU., China y la Unión Europea en los próximos años?

¡Pregunta difícil! La política de Trump puede cambiar en cualquier momento, y eso hace muy difícil hacer proyecciones.

Si se mantiene la política actual, sus efectos dependerán de las reacciones de la UE y China, así como México, Canadá, Japón, etc. Todo esto está ligado con elementos más allá de lo económico: Ucrania, Taiwán, Israel, cambio climático, inteligencia artificial, entre otros.

Enfocándonos exclusivamente en los efectos de las políticas proteccionistas sobre los flujos de comercio, es interesante notar que esos efectos no han sido tan fuertes como se esperaba. Es cierto que ha habido una reducción muy importante de las importaciones de EE. UU. desde China, pero estas no han sido sustituidas por producción doméstica, sino más bien por importaciones desde Vietnam, México y otros países que a su vez tienen fuertes vínculos con China. Es decir, las cadenas de valor se hacen más complejas, ahora pasando por países como México y Vietnam.

Esto muestra que hay factores profundos que explican la estructura del comercio internacional, por lo que lograr cambios significativos es difícil los actores económicos encuentran formas alternativas de sacar provecho de esos factores, esquivando de alguna forma las barreras como aranceles.

Aun así, me parece que los aranceles que se han puesto en los últimos años, el debilitamiento de la OMC, por ejemplo por la inoperancia de su Órgano de Apelaciones debido a que los estadounidenses han bloqueado el nombramiento de jueces, y la incertidumbre sobre las relaciones comerciales e internacionales que estamos viviendo hará que el proceso de integración comercial que se venía dando en las últimas décadas se detenga.

Aun si no cae el comercio mundial por las razones que mencioné anteriormente, si me parece que por lo menos va a ser un factor de desaceleración del crecimiento mundial.

La guerra comercial con China ha sido una de las estrategias económicas más agresivas de Trump. ¿Cómo ha afectado a la competitividad de EE.UU. y qué repercusiones sigue teniendo a nivel global?

Los aranceles que impone EE. UU. a China aumentaron significativamente en la primera administración de Trump, subiendo el arancel efectivo promedio, que es impuestos recaudados sobre valor importado del 3% al 10%. Se mantuvieron a ese nivel durante la administración de Biden, y ahora Trump los ha elevado aún más, llegando el arancel efectivo promedio a 20%.

La evidencia indica que los precios en los EE. UU. de los bienes importados desde China aumentaron en proporción a los aranceles. Es decir, no se dio lo que el gobierno de Trump pronosticaba, que era que China bajaría los precios para absorber buena parte de esos nuevos impuestos – al contrario, lo que ocurrió es que el costo de los aranceles lo han pagado los consumidores, distribuidores y productores en EE. UU.

El objetivo de la protección arancelaria es la sustitución de importaciones, en particular la generación de empleo en las industrias protegidas. Eso en principio generaría un aumento en el empleo a raíz de los nuevos aranceles, pero hay dos efectos que actúan en dirección contraria: los aranceles también encarecen los insumos importados que las empresas de Estados Unidos usan, y los países afectados por los aranceles reaccionan e imponen sus propios aranceles a las exportaciones estadounidenses.

La evidencia indica que estos efectos contrarios fueron suficientemente fuertes para anular por completo el efecto expansivo en el empleo que sus proponentes esperaban.

México y Canadá han sido socios clave de EE. UU. en el T-MEC, pero recientemente han surgido tensiones por aranceles y restricciones comerciales. ¿Estamos ante una posible fractura del acuerdo o es solo un reajuste en las relaciones comerciales?

Los aranceles que recién se han impuesto en los Estados Unidos a los automóviles y sus partes violan el T-MEC. Estos aranceles vienen luego de otros aranceles que se impusieron a las importaciones de aluminio y acero, que se dieron sin excepciones a Canadá y México. Canadá ha reaccionado con sus propios aumentos de aranceles a las importaciones desde EE. UU.

Algunos analistas han dicho que los aranceles que ha impuesto el gobierno de Trump a Canadá y México son acciones fuertes diseñadas para marcar la cancha en una renegociación del tratado, o para extraer otras concesiones, pero esto son puras especulaciones. Si Trump ha violado el acuerdo anterior, ¿qué incentivo tendrían Canadá y México de negociar uno nuevo?

Canadá está activamente gestionando un acercamiento con la Unión Europea y el Reino Unido – esto es parte de una estrategia para reducir su alta dependencia de los estadounidenses. No es un divorcio, porque su situación geográfica los mantendrá con fuertes vínculos comerciales, pero el proyecto de integración de cadenas de valor que se viene dando desde 1990 ahora se detendrá e incluso podría entrar en reversa.

Ese freno a la integración entre los tres países de América del Norte implicará una pérdida de competitividad en sus economías. Una de las ideas detrás del TLCAN y su sucesor T-MEC era que la escala lograda con la integración permitiera a ciertas industrias como la de automóviles competir con la producción de otros mercados, especialmente China.

Trump tiene una visión distinta: quiere que esas industrias se concentren exclusivamente en Estados Unidos.

El problema es que así se pierden las ventajas de la mayor escala lograda en los tres países unidos, y además que estas nuevas políticas no son claramente permanentes.

Las empresas automovilísticas, por ejemplo, tendrían que hacer inversiones enormes en EE. UU. para nacionalizar sus cadenas de valor, y esto solo tendría sentido si esas empresas tienen certeza que esta es la nueva política comercial que va a imperar en las próximas décadas. Por ahora, la incertidumbre va a prevenir que esas inversiones se den, y los efectos sin duda serán automóviles más caros para los consumidores.

La Reserva Federal ha sido objeto de presión política, especialmente durante la administración Trump. ¿Qué riesgos implica la politización de la política monetaria para la estabilidad de los mercados internos y externos?

Esto sería catastrófico. Las expectativas de inflación aumentarían todavía más, el dólar se devaluaría y las tasas de interés aumentarían considerablemente. Me parece que los mercados en estos momentos no están asignando una alta probabilidad a este escenario, pero a mí esto sí me preocupa.

La imposición de aranceles y la política migratoria implican una contracción de la oferta. Del otro lado de la balanza, el gobierno habla de una reforma regulatoria que vendría a reducir barreras a la inversión, lo que aumentaría la capacidad productiva, pero yo no veo muchos indicios de que esto pueda generar efectos importantes. Si a la contracción de la oferta se suma la expansión de la demanda agregada generada por la menor recaudación de impuestos que se está pronosticando a causa del debilitamiento del IRS (Internal Revenue Service, o Tributación Directa a nivel del gobierno federal), así como por una nueva reforma tributaria en discusión en el congreso, el efecto sería un aumento en la inflación.

La Reserva Federal reaccionaría naturalmente con un aumento en la tasa de interés, y esto es algo que Trump no vería con buenos ojos, generando un enfrentamiento que podría seriamente amenazar su independencia.

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