Por Mariana Valladares 25 de octubre de 2025, 8:43 AM

Aunque muchas personas asocian la ansiedad con una condición humana, los animales también pueden sufrirla. Sin embargo, en ellos es más difícil de detectar porque no pueden expresar lo que sienten con palabras.

La doctora Gabriela Beita, médica veterinaria, explica que la ansiedad en mascotas se manifiesta tanto a nivel conductual como fisiológico, y puede tener consecuencias serias para su salud si no se atiende a tiempo.

“En los humanos, la ansiedad se genera por un miedo a lo que podría pasar en el futuro, por esos pensamientos de ‘¿y si me pasa esto?’. En los animales, en cambio, se origina en el presente. Ellos no piensan a largo plazo, sino que reaccionan ante estímulos inmediatos que les provocan miedo o sobreexcitación”, detalla Beita.

Según la especialista, esa reacción del cuerpo activa el sistema nervioso simpático, lo que puede producir una serie de síntomas físicos. 

“El animal puede tener taquicardia, alteraciones en la presión sanguínea, pupilas dilatadas, tensión muscular, temblores, jadeo, salivación excesiva o cambios en sus hábitos de sueño y vigilia”, explica.

Además, el comportamiento también cambia. 

“Son animales que están en constante estado de alerta, escanean su entorno, reaccionan de forma exagerada a sonidos o movimientos, caminan sin parar, ladran, se esconden o incluso pueden mostrar agresión si el estímulo los sobrepasa”, agrega Beita.

La veterinaria señala que hay dos tipos principales de ansiedad en los animales:

  • Ansiedad generalizada, que tiene un trasfondo fisiológico y puede requerir medicación.

  • Ansiedad provocada por estímulos externos, como los ruidos fuertes, la soledad o los cambios de ambiente, que suele tratarse con modificación de conducta y apoyo del tutor.

Cuando el estrés se vuelve enfermedad

Aunque muchos tutores minimizan la ansiedad en sus mascotas, las consecuencias pueden ser graves si no se tratan.

“Los animales pueden desarrollar problemas gastrointestinales crónicos. Hemos visto casos de diarreas recurrentes, gastritis e incluso úlceras provocadas por el estrés sostenido”, explica Beita.

Estos diagnósticos, aclara, se hacen por descarte. 

“Cuando un perro o un gato tiene vómitos o diarreas intermitentes y ya descartamos causas infecciosas, autoinmunes o neoplásicas, entonces consideramos que la causa puede ser emocional. El cuerpo somatiza el estrés”, señala.

La profesional enfatiza que la medicina del comportamiento animal es una rama relativamente nueva dentro de la veterinaria, pero con avances importantes. 

“Hace apenas unos diez años empezó a estudiarse con mayor profundidad. Hoy sabemos que muchos problemas de salud que antes se consideraban ‘misteriosos’ pueden tener su origen en la ansiedad”, afirma.

Además de los trastornos digestivos, la ansiedad sostenida puede generar pérdida de peso, deterioro del pelaje, problemas dermatológicos e incluso afectaciones en el sistema inmunológico.

“Un animal que vive en estado constante de alerta tiene el cuerpo en tensión permanente. Eso agota sus reservas y puede abrir la puerta a otras enfermedades”, advierte Beita.

Tormentas, pólvora y ansiedad: cómo ayudarlos en casa

La experta en comportamiento animal, Alexandra Alvarado, señala que los episodios de ansiedad suelen aumentar durante la época lluviosa y las celebraciones con pólvora, cuando los sonidos intensos provocan miedo en muchos perros.

“Los truenos, los rayos o las explosiones los desorientan y causan síntomas como temblores, jadeo, salivación o intentos de escapar. No es un mal comportamiento, sino una reacción emocional natural. Ellos escuchan más fuerte y perciben los cambios del ambiente antes que nosotros”, comenta.

Para ayudar a las mascotas a sobrellevar estas situaciones, Alvarado recomienda:

  • Crear un refugio seguro, con su cama, mantas y música suave.

  • Mantener ventanas y cortinas cerradas para reducir los estímulos visuales y sonoros.

  • Acompañarlos durante las tormentas o celebraciones; la presencia humana les da seguridad.

  • Evitar sobreprotegerlos o regañarlos; mantener la calma es clave.

  • Usar feromonas o esencias relajantes recomendadas por el veterinario.

  • Probar con una camisa de compresión o manta ajustada que genere sensación de protección.

  • Consultar con el veterinario si el miedo es extremo, ya que existen tratamientos conductuales y farmacológicos seguros.

En casos más severos, algunos animales necesitan medicación o terapia conductual para controlar los efectos del estrés, prevenir gastritis, úlceras o trastornos digestivos crónicos y mejorar su calidad de vida.

Evite que su mascota llegue a esta condición y si ya presenta síntomas de ansiedad, acuda a su especialista de confianza. 
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