Por Luis Jiménez |21 de junio de 2025, 8:25 AM

Los recientes hallazgos de toneladas de cocaína y marihuana en distintos puntos del país reaviva el papel que juega Costa Rica en el engranaje del narcotráfico mundial. 

Las incautaciones, que se han vuelto cada vez más frecuentes y voluminosas, no son más que la punta del iceberg de una problemática estructural que convierte al país en una bodega estratégica para los carteles internacionales.

Según el subdirector del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Michael Soto, esta situación no es nueva ni accidental.

“Esto no es un fenómeno reciente, es un fenómeno que ya tiene muchos años, donde la ubicación geográfica de Costa Rica, es decir, está en la mitad del camino entre los países productores de cocaína y los consumidores, hacen que nos volvamos una bodega o un 'hub' (centro) de distribución”, explicó Soto a Teletica.com.

Costa Rica se ubica en el centro del corredor entre Sudamérica, principal zona de producción de cocaína, y mercados de alto consumo como Estados Unidos y Europa. Pero además de su localización, el país enfrenta serias limitaciones internas que agravan la situación. 

“Tenemos algunos problemas para proteger el territorio nacional por falta de recursos de todos los cuerpos de Policía, lo que nos pone en una situación de vulnerabilidad y debilidad. Esto ha permitido que los grupos criminales establezcan almacenes en el territorio nacional. 

“Aunque podríamos ver que todos los decomisos de las últimas semanas son triunfos policiales, realmente son síntomas de un problema más grande, que es no necesariamente costarricense, como la sobreproducción de cocaína en el sur del continente y además el consumo desmedido en el norte y en otras zonas del mundo como Europa”, comentó Soto.

El pasado 6 de junio, por ejemplo, las autoridades decomisaron en la Zona Sur 1.6 toneladas de cocaína y 39 paquetes de marihuana dentro de una bodega rústica en el Humedal Térraba-Sierpe. Dos días después, se interceptaron más de tres toneladas de cocaína en un contenedor con fruta en la terminal de Moín, Limón, con destino final en Países Bajos. 

Además, el 12 de junio, agentes detuvieron a un sujeto en San José con 250 paquetes de marihuana. Y apenas este 17 de junio, una red que lavaba dinero a través de subastas ganaderas fue desarticulada en Bagaces, Guanacaste, donde se hallaron más de mil kilos de marihuana y más de dos toneladas de cocaína.

Para el ministro de Seguridad Pública, Mario Zamora, esta estrategia delictiva responde a patrones regionales que han evolucionado con el tiempo.

"Costa Rica está en la zona de paso geográfico entre los mercados de producción de droga ubicados en Suramérica y los mercados de consumo ubicados en Norteamérica y ahora el nuevo mercado de consumo que es Europa.

"Los grupos narcotraficantes empezaron a utilizar solo apoyo logístico, es decir, gasolina y comestibles para apoyar el tránsito en las rutas; pero desde hace mucho empezaron a crear bodegas como formas de llevar de intermedio la droga e ir haciendo pasos fragmentados dentro del territorio nacional", señaló Zamora, tras una consulta de este medio.

Según el jerarca de Seguridad, este patrón se ha repetido en toda Centroamérica, donde los traficantes fragmentan sus rutas para evadir controles y aprovechan debilidades locales para instalar puntos de acopio intermedios. “En Costa Rica, esta estrategia ha sido particularmente exitosa para los grupos criminales”, agregó.

Gerardo Castaing, criminólogo y exjefe del OIJ, va más allá al señalar la permisividad estructural del país.

"Los carteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y los colombianos toman a Costa Rica por la democracia que hay, la facilidad de ingresar al país y las endebles leyes migratorias, es decir, es una zona de confort para almacenar y luego exportar la droga oculta en cargamentos de productos agrícolas o incluso en botes inflables.

"Todo este desarrollo se les facilita mucho en este país más que en cualquier otro, por eso esta gente tiene a Costa Rica como punto de llegada, bodegaje y salida. Quienes mueven esa droga fuera del país suelen ser organizaciones costarricenses que pagan una especie de franquicia a los carteles internacionales por la operación", manifestó Castaing.

El fenómeno no se limita al tránsito: también hay señales de un aumento en el consumo interno. Soto fue claro al señalar que “el consumo de drogas en Costa Rica ha aumentado muchísimo, especialmente el de marihuana”. La mayoría de la marihuana decomisada, indicó, proviene de Colombia, y no de cultivos locales en la cordillera de Talamanca, lo que se confirma por su empaque, potencia y calidad.

En cuanto a la cocaína, aunque la mayoría se destina a exportación, también se detecta una tendencia preocupante hacia su procesamiento local. “Cada vez vemos una demanda importante en el país, sobre todo para la producción de crack o la transformación en crack, la cocina como se le conoce”, comentó Soto.

"Un kilo de cocaína en Costa Rica vale, aproximadamente, 7 mil dólares; en Estados Unidos, puede andar alrededor de los 30 mil dólares y, por ejemplo, en Australia cuesta un kilo 300 mil dólares. Esta enorme diferencia de precios impulsa el tráfico a escala industrial, por ello la presencia masiva de droga en contenedores rumbo a Europa y Oceanía.

"Nuestra debilidad está en la protección de la soberanía costarricense por falta de equipo y una ubicación geográfica que irremediablemente nos ubica en medio del problema", agregó Soto.

Para las autoridades costarricenses, es claro que el país ya no es solo un puente: es una plataforma de almacenamiento, procesamiento y logística criminal de escala global.

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