Por Luis Jiménez |16 de agosto de 2025, 15:00 PM

En Costa Rica, las agresiones contra mujeres desgraciadamente son cada vez más frecuentes, sin embargo, los ataques con ácido o sustancias corrosivas son poco comunes, pero cuando ocurren dejan huellas imborrables en el cuerpo y en la vida de las víctimas. 

La fiscala coordinadora de la Fiscalía Adjunta de Género, Patricia Zeledón, alertó sobre la gravedad de este tipo de agresiones, que no solo atentan contra la integridad física, sino que buscan marcar de por vida a las mujeres, tanto física como emocionalmente.

“No es común que se den en nuestro país este tipo de agresiones con sustancias corrosivas. Han existido muy pocos casos. En este momento tenemos en trámite uno en la Fiscalía de Cartago, donde la víctima fue brutalmente agredida por su expareja, con quien tenía tres hijos en común”, comentó.

La fiscala explicó que estos ataques suelen estar motivados por un patrón de control extremo por parte del agresor. En el caso investigado en Cartago, la víctima había intentado rehacer su vida tras poner fin a la relación, pero el hombre no aceptó la separación.

“Si usted no es mía, no va a ser de nadie más. Es cuando le lanzan el ácido al rostro, una sustancia que quema la piel no solo externamente, sino en todas sus capas, causando lesiones permanentes y cicatrices que marcan de por vida”, relató.

Este tipo de violencia no solo destruye el tejido cutáneo, sino que genera un trauma psicológico profundo. Cada cicatriz, dijo Celedón, es un recordatorio constante del ataque y del agresor que lo cometió: “Es una marca física y emocional que obliga a la víctima a revivir la agresión cada vez que se mira al espejo”.

Las quemaduras provocadas por ácidos o líquidos corrosivos pueden desfigurar el rostro, afectar órganos vitales e incluso poner en riesgo la vida de la víctima. Según la fiscala, dependiendo de la gravedad, la conducta podría constituir el delito de tentativa de femicidio, sancionado con penas de hasta 35 años de prisión.

“No es lo mismo que un agresor corte la cara con un arma blanca, porque quizás un cirujano plástico pueda reconstruirla. Las sustancias corrosivas carcomen la piel en profundidad y dejan daños irreversibles. Estamos hablando de una conducta sumamente grave”, enfatizó.

El silencio como cómplice

Uno de los llamados más urgentes de la fiscala fue a romper el silencio y denunciar cualquier manifestación de violencia contra las mujeres, incluso antes de que llegue a una agresión de este tipo donde hay ácido de por medio.

“Instamos a las víctimas a presentarse, a formular denuncias y a solicitar medidas de protección. La Fiscalía está abierta 24/7. El que calla es como tenderle la mano al agresor. No podemos callar. Estamos hablando de vida o muerte”, manifestó.

La funcionaria subrayó que los testigos también tienen un papel fundamental: “Quizás a través de esa denuncia se le esté salvando la vida a la víctima. Si la víctima no quiere denunciar, la persona que conoce la situación sí puede hacerlo”.

Para las mujeres que enfrentan violencia, la Oficina de Atención a Víctimas y Testigos ofrece acompañamiento integral: asistencia legal, apoyo psicológico y ayuda económica en coordinación con instituciones como el IMAS, con el fin de evitar que la dependencia económica impida denunciar.

La fiscala recordó que la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres (Ley 8589) se aplica incluso si la relación de convivencia fue breve o terminó hace tiempo.

En el caso que se investiga en Cartago, las pruebas serán determinantes para lograr una condena. Entre ellas, las declaraciones de la víctima y testigos, los dictámenes médicos legales, los análisis de la ropa para identificar la sustancia utilizada y, cuando sea posible, grabaciones de cámaras de seguridad.

“Nadie más que la víctima puede narrar el momento tan duro en el que el agresor lanzó esa sustancia. Esas quemaduras no solo traspasan la ropa, sino que se adhieren a la piel y la destruyen. Cada elemento de prueba es crucial para demostrar que fue ese imputado quien cometió el hecho”, seña´ló la fiscala.

Ella enfatizó que el impacto de un ataque con ácido trasciende lo físico: “Lo más triste en este caso son aquellas lesiones que provocan el hecho de lanzar la sustancia corrosiva al rostro. A pesar de los tratamientos, las marcas no van a desaparecer. Son lesiones físicas y psicológicas que permanecerán de por vida”.

En su mensaje final, la fiscala insistió en que la prevención y la denuncia son la única forma de evitar desenlaces fatales.

“Si no se busca ayuda, el ciclo de violencia puede terminar en la muerte de la víctima. Las marcas físicas y emocionales de un ataque con ácido no desaparecen nunca”, agregó Celedón.

Ataque con ácido a mujer en Cartago

La noche del 14 de abril de 2025, Joselyn Vallejos, una mujer nicaragüense de 30 años, fue víctima de un ataque con ácido de batería en su vivienda ubicada en Barrio Cocorí, en Agua Caliente de Cartago, cerca del centro penal de la localidad. 

El agresor, su expareja, también de nacionalidad nicaragüense, irrumpió en la casa de manera ilegal y le roció la sustancia corrosiva tras una discusión, provocándole graves quemaduras en el rostro, pecho, brazos, piernas y tórax.

De acuerdo con las autoridades judiciales, el ataque ocurrió pese a que el hombre, identificado como de apellidos Calero Peña, de 38 años, tenía una medida cautelar de restricción que le prohibía acercarse a la víctima. La agresión quedó registrada como un delito de tentativa de femicidio.

Gracias a la cooperación entre el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Cartago y San Ramón, el sospechoso fue detenido el pasado 5 de agosto de 2025 en San Isidro de San Ramón. Posteriormente, el 6 de agosto de 2025, el Juzgado Penal de Cartago dictó una medida de prisión preventiva por un año mientras continúa la investigación.

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