¿Por qué urge un nuevo hospital en Limón?
Aunque el edificio se mantiene en buen estado, su posición impide una expansión y la llegada fluida de ambulancias. Además, la cercanía del centro médico con el mar ha provocado más de un incidente.
El Hospital Tony Facio, en Limón, está rodeado de mares: uno salado y otro de carros.
Precisamente, esa situación pone sobre la mesa dos de las principales problemáticas que atraviesa ese centro médico y que hacen urgente la construcción de uno nuevo, desde el punto de vista de su director general, Daver Vidal.
El establecimiento de salud se mantiene bajo la amenaza de que un evento natural lo azote debido a su cercanía con el mar, al tiempo que carece de espacio para poder expandirse en momentos en los que existe una mayor demanda de servicios.
Conozca más sobre la realidad del hospital en la entrevista que el doctor mantuvo con Teletica.com.
¿Por qué es necesario un nuevo hospital para Limón?
"Una de las decisiones más importantes del traslado es la eminente amenaza natural que se tiene. Hay que recordar que hemos sido favorecidos en cuanto a que no hemos tenido un evento natural... que ha pasado, pero no nos ha golpeado".
¿Qué es lo más cerca que hemos estado?
"Con el evento del huracán Otto estuvimos a dos horas y 30 minutos de desalojar el hospital, de evacuarlo. Una evacuación de un hospital es algo trágico, realmente trágico, porque conlleva movilización de pacientes, movilización de mobiliario y, gracias a Dios, hubo una desviación del huracán Otto hacia Los Chiles. Fue un gran alivio".
¿Qué tan grande es el riesgo?
Hay un estudio de una universidad alemana que mide el índice de riesgo para un evento natural a nivel mundial. Costa Rica es el octavo país del mundo para un evento natural, por tener dos costas, obviamente.
Los primeros países en encabezar esta lista eran los países de Asia... Filipinas, las Islas de las Antillas, en la cual también ya han sido azotados por eventos naturales; y solamente después de esos, seguimos nosotros.
Ese índice medía el riesgo, no solamente de la exposición a un evento, sino que también la reposición después del evento. Obviamente, en comparación con naciones de otros del primer mundo, tenemos muy pocos recursos para poder retomar las actividades después de un evento. Entonces, todo eso lo medía ese índice y nos catalogaba en el número ocho a nivel mundial.
Eso se tomó muy en cuenta, tanto por nosotros como por el Hospital Monseñor Víctor Manuel Sanabria de Puntarenas. El hospital de Puntarenas también se alejó un del litoral del mar y eso es lo que se busca acá.
Primero, porque hay una situación de que si el hospital es el primero llamado a atender a una situación natural de cualquier índole, sea terremoto, sea tsunami o inundación, pero es el primero en dejar de existir por el evento, entonces, ¿dónde se va a poner el hospital? Es como una máxima o una mínima que hay que tener siempre presente.
Aunque nosotros teníamos planes de evacuación y traslado de unidades, por ejemplo, en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y en la Universidad de Costa Rica (UCR) para seguir funcionando, no se garantizan en otro lugar todas las soluciones que tenemos actualmente, mecánicas de oxígeno, de diésel. Un hospital es una obra muy compleja de ingeniería mecánica y es muy difícil que otro lugar pueda sostener un hospital por muchos días.
¿El actual hospital cómo está?
El hospital tiene una estructura muy fuerte. Fue remodelado después del terremoto en 1991. Los arcos de la parte externa del hospital fueron reforzados y hoy por hoy puede soportar nuevamente un terremoto.
¿Y en términos de capacidad?
Ese es el otro problema. El hacinamiento que afecta a varios de los servicios, tanto en la Consulta Externa, en la parte de Hospitalización y en la parte de Emergencias. Hay situaciones que no van a cambiar hasta que nos traslademos a un hospital nuevo.
Por ejemplo, el ancho de los pasillos de hospitalización, el ancho de las gradas de evacuación. Todas esas son estructuras que datan de hace 43 años, donde los códigos de construcción no eran los más actualizados, podemos decirlo así. En ese momento, no se tenían otros códigos con los cuales hay ahora las construcciones actuales. Entonces, las salidas de emergencia de la parte hospitalización del bloque hospitalario, que son los cuatro pisos, dan a lo interno al hospital, no a lo externo. Entonces, imagínense. Pero eso existía en esos planos constructivos desde entonces.
¿Cómo funcionan los servicios actualmente?
Creo que condiciones como la parte de sala de operaciones de la unidad de cuidados intensivos (UCI), de la unidad de cuidados intensivos neonatal, también, que poco a poco se ha visto restringida la capacidad de atención debido a algo muy básico, como las limitaciones de la suministro de oxígeno. Solamente la parte Hospitalización del bloque en los cuatro pisos hay suministro de oxígeno. Todo lo demás hay que llevarlo con cilindros. No es lo ideal transportar cilindros de oxígeno dentro del hospital. Todo tiene que estar conectado a la pared. Y eso tampoco va a cambiar, porque eso significa una inversión enorme que se va a hacer para una instalación que no se va a usar, porque no se va a hacer otro hospital acá. Son condiciones que nos limitan muchísimo, nos limitan muchísimo.
¿Y sí se ha previsto alguna remodelación?
Tenemos que estar muy pendientes de las remodelaciones.
Por ejemplo, las canoas del hospital son de cemento. Todas. Imagínense, cemento de hace 40 años, entonces están fisuradas. Por más revestimiento que se les ponga, es muy difícil.
En las épocas de lluvia, además está la parte exterior, que pega con el mar, entonces se mete el agua. Hay filtraciones, no solamente en las ventanas, sino en los techos. Son condiciones ya, aunque se les dé el mantenimiento, siempre. Hoy tapamos una, mañana nos va a salir otra.
Pero además hemos tenido que el mar se ha salido en varias ocasiones. Inundó el servicio de Nutrición, me acuerdo, en una de estas tormentas pequeñas. Pero llegó a llenarse el servicio de Nutrición, que es el que está al puro frente del mar.
Cuando han habido vientos huracanados, se nos han reventado cristales. Hemos tenido que tapar con plywood los ventanales que dan al mar, porque los vientos han sido muy fuertes en su ocasión.
Hemos tenido que levantar equipos de muy alto costo en sillas y taparlos, porque sí hemos tenido varios incidentes con respecto a eventos naturales, aunque no hayan pegado directamente en el hospital, pero nos han afectado.
Notamos que los accesos al hospital son algo complicados.
También, la parte del tránsito externo, como ustedes ven, es un claustro. La entrada de las ambulancias tiene que competir con la calle principal. No hay una vía totalmente abierta para el ingreso de las emergencias. Si es por la calle que viene de Recope (Refinadora Costarricense de Petróleo), si es por la calle que viene del malecón.
Creo que hay condiciones muy específicas de la parte estructural y de la situación actual del hospital, que se va a mejorar muchísimo con el nuevo. Ahí ya vamos a tener el control, de estos ingresos de emergencia. Va a contar con, incluso, una isla exclusiva para la parada de buses, para la parada de taxis, y no como lo tenemos ahora, que es una condición donde no cabe nadie. Cuando viene el camión del cilindro de oxígeno, la pipa, y ojalá también venga el de diésel, que es una traileta grandísima. Ahí o entra la ambulancia o entra la traileta. Son condiciones muy propias.
En COVID-19 fue una cosa terrible, porque teníamos los shelter afuera, en la calle, ahí en el perímetro hospitalario, y entonces nadie entraba y nadie salía, porque teníamos que dejar a los pacientes afuera.
Son circunstancias de esas que nos limitan muchísimo para dar una adecuada atención.
¿Y el servicio de Emergencias?
El otro gran problema del hacinamiento está ahí. El servicio de emergencias lo hemos remodelado en tres ocasiones en los años que yo he estado por acá. Pero lo que hemos hecho es darle vuelta a las entradas y a la posición de los servicios, nada más porque no los hemos extendido porque no tenemos una posibilidad de extensión más del servicio, a menos de que ocupemos los pocos perímetros externos de circulación de gente y tiremos todo hacia afuera de la calle.
Creo que no tenemos una posibilidad viable. No podemos cerrar las dos calles que están aquí al frente por cuestión de Bomberos, por si también tienen que ingresar en algún momento. No coincibiría yo que no puedan ingresar desde el portón a atender alguna situación de emergencia. Yellos mismos lo han recomendado de esa forma.
No hay expansión hacia arriba, no podemos expandernos hacia el mar. Estamos confinados... realmente esa es la palabra, un confinamiento en este claustro hospitalario.
El hospital nuevo por lo menos en cantidad de camas va a ser cerca de 350 camas. Actualmente, tenemos 238. También vamos a pasar a 12 salas de operaciones, frente a las 5 que tenemos ahora. Una unidad de cuidados intensivos también, que es sumamente importante para evitar referir pacientes a San José y poder mantenerlos acá. Creo que las condiciones y las mejoras van a ser muy sustanciales y uno espera así poder darle las mejores condiciones a la población.
¿Qué otras inversiones se han hecho recientemente?
El mayor ejemplo fue la venida del TAC (Tomografía Axial Computarizada), que cuando se instaló hace varios años, hubo que hacer toda una reestructuración del servicio eléctrico, específicamente para conectar un equipo. Claro, es un equipo de casi un millón de dólares, verdad. Entonces hubo que hacer toda una estructura diferente, hubo que llamar al ICE (Instituto Costarricense de Electricidad), se hicieron unas conexiones subterráneas de alta tensión. Nosotros no teníamos ni siquiera al ingeniero específico para eso, pero el ICE nos ayudó, porque no había capacidad eléctrica.
Igual para COVID, tuvimos que salir a la Gerencia a solicitar que nos ayudaran, porque de otra forma no hubiéramos podido manejar pacientes de COVID. Los pacientes de COVID necesitaban casi todos estar entubados o con equipos que sustituían la respiración, digámoslo así, y todo el segundo piso del hospital se la cambió toda la cometida de eléctrica. Eso fue una obra de cerca de ¢700 millones, solamente el cambio de la estructura del segundo piso.
En este momento, el segundo piso es la estructura más resguardada eléctricamente y respaldada, tanto por planta, como por UPS (baterías) y hemos tratado de que sea como el comodín nuestro.
Por ejemplo, recuperación en sala de operaciones fue remodelado, entonces ahí pasamos recuperación, porque era la única parte que cumplía con todos los requisitos del hospital, tanto eléctricos, como de oxígeno de pared y demás necesidades. Ahora sacamos la unidad de cuidados intensivos neonatal también, porque están conectando el aire acondicionado, que era una necesidad, porque si la parte de acondicionamiento climático del hospital es importantísimo, si no hay que parar los servicios. Entonces pasamos la unidad de cuidados intensivos neonatal ahí, mientras se está poniendo el aire. La unidad de cuidados intensivos de adultos también estuvo ahí, porque se le cambió también el aire.
Fue una unidad que ha servido como un comodín después de COVID para nosotros, porque no existe en el hospital otra área que cubra eso.
¿Hay proyectos pendientes de ejecutarse?
Hay un gran proyecto que está, no en ejecución, pero que está por ejecutarse, que es toda la comitida eléctrica del hospital, ya para poder conectar y que se que tenga la seguridad de que si se conecta un monitor en un enchufe, va a estar respaldado por la planta y no se va a quemar.
Porque nos ha pasado que tenemos un paciente y de un momento a otro deja de funcionar el respirador y hay que salir corriendo a ver dónde podemos conectar a otro tomacorriente y situaciones de esas se nos han presentado.
Creo que la institución no es que ha escatimado en esfuerzos en eso, porque sí es un asunto de seguridad humana.
Igual está otro proyecto de seguridad humana, que es los detectores de humo y los rociadores automáticos. Hoy por hoy, todo el hospital tiene, y los pacientes y los visitantes también, la seguridad de que cualquier conrato de incendio puede ser aplacado inmediatamente, tanto por la detección del humo, como por las alarmas y el sistema de rociadores. Ese fue un proyecto de más de ¢1.500 millones que se invirtió y recién terminó.
Qué difícil, porque tampoco se tiene claridad de qué va a pasar con el nuevo hospital en los próximos años.
Aquí hay que tener también la claridad para saber, si no está (el nuevo hispital) en el 2029, si no está en el 2030, si hay un atraso, si hay alguna condición y tenemos que estar dos años más, serán siete años. Entonces creo que son previsiones que hay que ir tomando y que la institución ha sido muy atinada en esa situación.
Por ejemplo, todo el sistema nuevo aire acondicionado para las salas de operaciones. Esa es otra inversión de casi ¢1.300 millones. Todo un sistema chiller de enfriamiento de salas de operaciones, porque el que tenemos ya tiene más de 15 años y ya.
Una de las cosas que es importante comentar es que la cercanía con el mar es uno de los factores más negativos que pueden tener un hospital en cuanto a los equipos. La vida útil de los equipos se reduce casi a la mitad. Si un equipo le podía durar a usted 10 años, se reduce a 5 por el salitre. Las condiciones de humedad, del salitre, el óxido... incluso equipos estando en salas de operaciones, que para llegar a la sala de operaciones aquí hay que trabajar como cuatro puertas, tienen signos de oxidación.
Entonces es muy bonito levantarse, digo yo, y despertar y ver el mar todos los días desde la oficina, pero hay una condición y que es un gasto mayor porque la vida útil del equipo se reduce en todo el hospital. Y eso mismo nos ha traído que se hayan hecho altas inversiones.
Incluso las mismas situaciones eléctricas están expuestas. Las plantas de energía que hemos tenido, tienen una vida útil muy corta porque están expuestas a la intemperie y en general los equipos de aire acondicionado, todo, tiene un daño mayor. Entonces es una derogación o un gasto mayor que hemos hecho también en equipamiento.
¿Qué pasará con el viejo hospital?
Es un poco incierto eso. Si tomamos en cuenta la principal causa del traslado nuestro a otra zona alejada del mar, y si sobre eso se basan los estudios, aquí no debería quedar nada. Porque si la razón principal nuestra y es el riesgo que estamos expuestos, cualquier obra, cualquier inversión, cualquier equipo que se siga dando en el hospital va a estar en riesgo.
Creo que la Gerencia de Infraestructura ha sido muy clara con eso y la Dirección de Planificación de la casa, que le ha dicho a las gerencias que tengan cuidado en lo que se va a invertir acá. Porque no es lo mismo perder un hospital que perder una oficina.
Se ha planteado en alguna medida el traslado de oficinas administrativas, algunos ebáis (equipos básicos de atención integral en salud) que están alquilando, incluso alquileres, la Dirección Regional de Servicios Médicos también que está alquilando en el centro... situaciones de esas que digamos en costo, envergadura de equipamiento, y eso sería mucho menor una pérdida que un hospital.
Pero igual creo que hay diferencia de criterios con respecto a lo que quedaría aquí. Al final, nosotros, para decirlo de un modo, estamos enfocados en el nuevo hospital y, posterior a eso, la institución tiene sus profesionales para la decisión última sobre estas instalaciones.