Por Mariela Montero Salazar 3 de octubre de 2025, 16:50 PM

San José, Curridabat y Montes de Oca se encuentran entre los cantones con mayor riesgo ante una pandemia similar a la Covid-19, según un estudio del Instituto Internacional en Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (Icomvis-UNA).

Cuando la Covid-19 llegó a Costa Rica, la atención se centró en hospitales saturados y las curvas de contagio. Pero detrás de esas cifras diarias se ocultaban patrones que marcaron la diferencia entre los cantones más golpeados y los que resistieron mejor.

Para descubrir estas diferencias, los investigadores del Icomvis-UNA cruzaron datos de contagios y fallecimientos con variables socioeconómicas, demográficas y ambientales, así como mapas de cobertura boscosa y distribución de aves y mamíferos, creando un mapa de riesgo de contagio y mortalidad.

El mapa de riesgo

El mapa clasifica los cantones en tres niveles:

  • Alto riesgo (rojo): San José, Curridabat, Montes de Oca
  • Riesgo medio (amarillo): Pérez Zeledón, Desamparados, Alajuelita, San Carlos, San Mateo, Orotina, Puntarenas, Esparza
  • Bajo riesgo (verde): Gran parte de Guanacaste y la zona sur

Cantones son los más vulnerables ante una pandemia

“Si las condiciones son semejantes a las de la pandemia de Covid-19, hay alta probabilidad de que estos cantones (San José, Curridabat y Montes de Oca) sean de alto riesgo ante otra pandemia con características similares. La certeza absoluta no existe, pero las variables utilizadas muestran esta tendencia", explicó Joel Sáenz, director del Icomvis-UNA.

¿Cómo se llegó a este mapa?

El estudio identificó que factores como densidad urbana, población envejecida incidencia de enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión influyen directamente en las tasas de mortalidad.

“A mayor densidad de construcciones y población, mayores fueron los contagios y muertes”, destacaron los investigadores.

El análisis también examinó un aspecto menos visible: la salud de los ecosistemas. Los cantones con menor riqueza de especies de fauna silvestre, especialmente aves, fueron los más afectados por el virus.

Esta relación, conocida como la hipótesis de la dilución, ya se ha observado en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos, la diversidad de aves no paseriformes reduce el riesgo de transmisión del virus del Nilo Occidental. La lógica es similar: ambientes con gran variedad de especies dificultan que un virus se amplifique en un solo huésped.

Los investigadores advierten que la pérdida de hábitat por deforestación, la fragmentación de bosques y la expansión urbana sin planificación no solo destruyen el paisaje, sino que también aumentan las probabilidades de que un patógeno pase de la fauna a los humanos. Este fenómeno, conocido como spillover, estuvo detrás del SARS-CoV-2.

La pandemia también evidenció la
vulnerabilidad social. Cantones con altos niveles de pobreza multidimensional, sobre todo fuera de la Gran Área Metropolitana, mostraron mayor riesgo de mortalidad, especialmente cuando se sumaban enfermedades crónicas y limitaciones en el acceso a servicios de salud.

Incluso cantones con mayores recursos sufrieron, en parte por población envejecida y contaminación del aire. Estudios internacionales muestran que un aumento de 1 μg/m³ de partículas en el aire puede elevar la tasa de muerte por covid-19 hasta un 15%.

Esta investigación busca orientar la respuesta ante nuevas emergencias, dirigiendo recursos sanitarios y económicos a los lugares más vulnerables desde el inicio.

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