Por Gloriana Casasola Calderón 20 de octubre de 2025, 22:58 PM

Las calles empedradas de Jerusalén, que suelen estar repletas de peregrinos, hoy lucen vacías. La guerra entre Israel y Hamás ha dejado cientos de muertos y una devastación que contrasta con la historia y espiritualidad de esta ciudad.

Esta realidad la vive de cerca Jeaninna Grunhaus, una costarricense que emigró a Israel en 1989 y que desde hace más de dos décadas trabaja como guía turística en Jerusalén.

“Llegué a Israel y al poco tiempo me enamoré del país, me siento en casa. En el 97 empecé a estudiar turismo, después hice un título en historia en la Universidad de Jerusalén. Tengo mi casa aquí, mis hijos, mi trabajo”, relató la tica.

Las cifras de visitación extranjera han caído a niveles mínimos. Muchos locales mantienen sus puertas cerradas y los sitios religiosos, que en tiempos de paz reciben miles de turistas al día, ahora se visitan con mayor cautela.

“Pasamos épocas difíciles como guías. Tuve que ser profesora porque no tenía trabajo. La gente tiene miedo cuando le dicen que hay guerra, con toda razón. Esperemos que todo cambie, fueron dos años muy difíciles”, agregó.

El conflicto sigue dejando secuelas en ambos lados. En Gaza y Cisjordania, la crisis humanitaria y la devastación son incalculables.

Mientras las negociaciones de paz siguen sin avances concretos, la vida en Israel y Palestina continúa marcada por la incertidumbre. La fe, que atrae millones de visitantes a este sitio, permanece como el único punto de encuentro.

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