Por María Jesús Rodríguez |15 de agosto de 2025, 7:50 AM

Ghiselle y Mariana desafían estereotipos al mando de sus buses, avanzando con firmeza por las carreteras del país.

Ana, madre cruzrojista, demuestra que ser madre también es cuidar al extraño, sanar heridas ajenas y estar presente donde más se necesita (vea video de Telenoticias).

Cada una, desde su trinchera, demuestra que ser madre no limita sino que, impulsa.

Gigantes de la carretera

Mariana es madre de cinco hijos y lleva siete años desafiando caminos al volante de un bus. Su padre fue quien le entregó las llaves y la confianza; su madre, al principio, temió por ella, por el peligro y la distancia del hogar.

Hoy, el temor se convirtió en admiración y sus hijos celebran el coraje de la mujer que siempre las lleva adelante.

Antes de tomar el volante, Ghiselle ya formaba parte del mundo de los buses, ayudando con las espumas para las monedas de los choferes. Esa cercanía la preparó para enfrentar el reto de conducir.

Sus hijos al principio dudaron, pero hoy valoran la pasión y el compromiso con que ella recorre cada ruta.

Servicio de rescate

Por último, está Ana María, quien encontró su vocación en medio del terremoto de Limón en 199. De niña incluso jugaba a ser doctora con sus muñecas, sin imaginar que años después esa pasión la llevaría a ser parte de la Cruz Roja por más de 25 años.

Madre de dos, y sobreviviente de cáncer, ha enfrentado cada desafío con fuerza y el apoyo incondicional de su familia, convirtiéndose en un ejemplo de entrega y esperanza.

Cuenta además, como su hijo no escuchaba canciones de cuna, sino sirenas de ambulancias

A pesar de la vocación, hay ciertos retosCon su familia y el apoyo de su madre, ha salido adelante y sirve como ejemplo.

Tres caminos distintos, un mismo corazón: el de madres que inspiran con cada paso que dan.