Más ticos buscan ayuda por obesidad: Consultas de nutrición se disparan en la CCSS
El Ministerio de Salud de Costa Rica declaró la obesidad como enfermedad crónica de importancia para la salud pública.
Para el año 2035, se estima que una de cada cuatro personas en el mundo vivirá con obesidad, una proyección que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) considera alarmante y que refleja una tendencia en aumento en Costa Rica.
En línea con esta advertencia, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ha reportado un crecimiento significativo en la demanda de consultas en el área de nutrición. Según datos de la institución, en 2023 se registraron 47.714 atenciones por diagnóstico de sobrepeso u obesidad, mientras que en 2024 la cifra aumentó a 61.687.
“La obesidad es un factor de riesgo que aumenta la probabilidad de desarrollar y agravar enfermedades cardiovasculares.
"De la misma manera, influye negativamente en otros padecimientos, como las alteraciones en los lípidos, la hipertensión y la diabetes, que en niveles elevados o sin el adecuado control podrían derivar en complicaciones serias para la salud”, advirtió la Dra. Maricruz Ramírez Dileoni, de la Coordinación Nacional de Nutrición.
En 2024, un total de 563.683 personas con diagnóstico de obesidad requirieron atención en los servicios de consulta externa de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Uno de los padecimientos asociados a la obesidad y que, según especialistas, podría afectar al menos al 30% de la población costarricense sin que lo sepan, es la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Esta condición se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en las células hepáticas sin que esto esté relacionado con un consumo significativo de alcohol.
“El hígado graso es una enfermedad silenciosa. La mayoría de los pacientes no presentan síntomas hasta que el daño es avanzado”, explicó el Dr. Luis Diego Arguedas, gastroenterólogo. Según el especialista, cuando una persona tiene obesidad, su metabolismo se ve afectado y el hígado comienza a almacenar grasa en exceso.
Si no se detecta a tiempo, el hígado graso puede evolucionar a esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), una inflamación hepática que puede derivar en fibrosis y, en casos más graves, en cirrosis hepática. “El problema es que muchas personas descubren la enfermedad cuando ya está en etapas avanzadas, cuando el daño es irreversible”, advirtió Arguedas.
"Cuando una persona tiene obesidad, su metabolismo se ve afectado y el hígado comienza a almacenar grasa de manera excesiva", detalla Arguedas.
Ante el aumento de casos en Costa Rica, los especialistas insisten en la importancia del diagnóstico temprano y la prevención para reducir el impacto de la enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Recomiendan mejorar la alimentación, reduciendo azúcares y harinas refinadas, y aumentar la actividad física con al menos 150 minutos de ejercicio semanal.
Perder entre 5 y 10% del peso corporal puede mejorar la salud hepática, al igual que evitar el alcohol y los ultraprocesados. Además, los chequeos médicos regulares, como análisis de sangre y ultrasonidos, son clave para detectar la enfermedad a tiempo.