Dijo "hola y adiós": Sabina se despidió del público tico entre un mar de aplausos
El cantautor andaluz fue ovacionado por última vez por un público que estaba dispuesto a escucharlo incluso 19 días y 500 noches más.
"Es verdad que es la última gira", dijo Joaquín Ramón Martínez Sabina, tan solo unos minutos después de que entró al escenario para despedirse de un público que acudió esta noche al Estadio Nacional con la esperanza de grabar en su memoria la despedida de su admirado cantante y poeta.
A las 7:35 las luces el coloso de la Sabana se apagaron. Los gritos, aplausos y ovaciones se mezclaban con el sonido de los pasos de quienes estaban lejos de sus asientos y corrían para ver salir al español y su banda.
El "flaco de Úbeda" llevaba su clásico bombín blanco junto a un saco azulado en cuya solapa izquierda, ahí muy cerca del corazón, colgaba un pin blanco con la frase "pura vida".

Diez minutos después, Sabina estaba sobre la tarima recapitulando las huellas que dejaron sus lágrimas de mármol ante fanáticos de todas las edades, algunos que ni siquiera habían nacido cuando el andaluz ya daba sus mentiras piadosas y le decía a sus detractores: "lo niego todo".
El repertorio iba más allá del Ahora, porque desde su silla caminó con los sabineros por la Calle Melancolía y los hizo soñar por 19 días y 500 noches, para luego preguntarles ¿quién le robó el Mes de Abril?, aunque sabía que tendría por respuesta Más de Cien Mentiras."Es verdad que esta es la última gira, pero justo por eso de ninguna manera íbamos a dejar de venir a esta tierra tan querida. Yo con solo poner el pie en el aeropuerto de San José empiezo a notar la buena onda tica" dijo el español.
De vuelta a la faena, ahora con un bombín negro, el Maestro llevó a su público a Donde Habita el Olvido, para nadar junto a los Peces de Ciudad.
El público estaba de pie, algunos con sangría en mano se dejaban la garganta al recordar a la Magdalena, otros movían el sombrero de lado a lado, como quien despide desde el puerto a un amigo que parte en un barco sin regreso.

"La siguiente canción toca fibras sensibles", advirtió el Dylan español. "No todo el mundo en Costa Rica la aceptó siempre", añadió. Para luego entonar el Boulevard de los Sueños Rotos y recordar con su letra a la tica-mexicana Chavela Vargas, quien en vida tuvo una amistad muy cercana a Sabina.
La noche siguió cuando, junto a Mara Barros, cantó la clásica Y Sin Embargo, dando pie a la Noche de Bodas y Nos Dieron las Diez.
Al terminar, él y su banda salieron del entarimado mientras nadie se movía de sus sillas esperando algo más, confiando en que una última nota sonaría esta noche. Y así fue.
"Hasta aquí ha sido la parte del hola y ahora viene el melacólico adiós", sentenció Joaquín Sabina al regresar a escena.
En la voz de Antonio García de Diego, el fiel público coreó La Canción Más Hermosa del Mundo, pero Sabina tomó de nuevo la batuta y recordó que es tan joven y tan viejo 'like a Rolling Stone'
Por tres minutos el público aplaudió de pie al hombre que en pocos instantes se bajaría para siempre del escenario. Sabina daba las gracias repetidamente ante la ola de aplausos que no paraba. Pedía que se detuvieran para seguir cantando, pero tuvo que llevarse la mano a los ojos porque una lágrima quiso salir.
Aun entre aplausos el andaluz siguió el andar y Contigo dejó claro que los amores que matan nunca mueren. "Ahora es demasiado tarde, Princesa", fue la última frase del español.

Con un vestuario casi todo de negro y agitando su sombrero de copa del mismo color, se despidió. El hombre que tantas veces dijo "nada de adiós, muchachos" puso fin a su concierto con seis toques de platillo de su baterista Pedro Barceló.
No terminó un concierto más, terminó su último concierto en suelo tico. Esta vez el aplauso unánime sonó ligeramente menos, porque claro, algunos estaban limpiándose las lágrimas o tomando una foto de la última reverencia del artista que a las 9:40 p.m dejó el escenario.
Fue así como esta noche, con la luna brillante por testigo, Joaquín Sabina le cantó a los ticos su último vals.