Artista costarricense pinta con la boca tras quedar en silla de ruedas

A José María Sanabria Méndez la vida lo puso a prueba con un giro inesperado: una cirugía lo dejó inmóvil, en una silla de ruedas, sin poder mover brazos ni piernas. Solo el cuello y la cabeza respondían. Para muchos, ese habría sido el fin; para él, fue el inicio de una nueva forma de vivir… y de crear (ver nota completa en el video adjunto).

Nacido en Rancho Redondo de Goicoechea, don José creció entre montañas, herramientas de campo y trabajo duro. Por décadas, su vida transcurrió entre cultivos, madrugadas frías y labores agrícolas. Su cuerpo era su herramienta de trabajo. Hasta que ya no pudo usarlo.

La vida lo llevó al Hogar Carlos María Ulloa, específicamente a la Pensión Solís, un espacio que recibe a personas adultas mayores con alguna condición física o necesidad especial. Fue allí donde conoció a Jacqueline Artavia Salas, terapeuta ocupacional. Ella fue quien encendió en él una chispa que parecía apagada: la creatividad.

Pintar con la boca, hablar con el alma

Jacqueline lo invitó a probar algo diferente: tomar un pincel con la boca y pintar. Al principio fue incómodo, extraño. Pero bastaron unos intentos para que el alma de don José encontrara en el arte una salida, una forma de expresión que no requería movilidad, solo voluntad. Y la tenía de sobra.

Dibuja paisajes, rostros, aves, flores. Cada obra lleva un pedacito de su historia, una emoción atrapada en colores. El arte se convirtió en su mejor terapia. En cada trazo hay disciplina, resiliencia, y sobre todo, esperanza.

La historia de José María no es solo la de un artista. Es la de un hombre que renació cuando todo parecía perdido. Es la historia de alguien que aprendió a transformar el dolor en belleza, el silencio en color, la limitación en mensaje.

Hoy, sus obras llenan paredes y corazones. Y su vida, que alguna vez sintió detenida, avanza al ritmo de cada pincelada.

Para conocer su trabajo o apoyarlo, puede comunicarse al teléfono 7144-2687.