De Hungría a San José: El perro rasta que todos quieren tocar
El pelaje, que parece una obra de arte viviente, requiere cuidados especiales y refleja su historia ancestral.
En medio del bullicio de San José, hay una figura que no pasa desapercibida: camina con elegancia, pelaje lleno de rastas naturales y una mirada tan noble como curiosa. Es Tesza, una perrita de raza Pulí húngaro, única en Costa Rica y compañera inseparable de Alejandro, su orgulloso dueño (ver nota completa en el video adjunto).
Con su estilo irrepetible, Tesza no solo llama la atención por su apariencia. Representa una de las razas más antiguas del mundo canino, originaria de Hungría, criada históricamente como perro pastor por su agilidad, inteligencia y lealtad. El pelaje, que parece una obra de arte viviente, requiere cuidados especiales y refleja su historia ancestral.
Alejandro cuenta que la conexión con Tesza fue inmediata. “Es como tener una amiga sabia y juguetona a la vez”, dice mientras pasean por las calles capitalinas, donde muchas personas se detienen para fotografiarla, acariciarla o simplemente admirarla con asombro.
Pero Tesza no es solo una rareza exótica. Es parte de una historia de amor entre humano y perro. Viajan juntos, exploran parques, participan en actividades al aire libre, y se han convertido en un dúo inseparable. “Ella me enseña a estar presente, a vivir el momento”, confiesa Alejandro.
En un país donde abundan los perros mestizos y de razas más comunes, Tesza destaca como embajadora de su linaje, pero también como símbolo de vínculo, cuidado y respeto por la diversidad. Porque no importa de dónde venga, un perro como Tesza tiene la capacidad de tocar corazones allá donde va.