Este hombre convirtió la cosecha en un baile diario en las montañas de Cartago
Alberto Núñez, conocido como “Pirulino”, muestra cómo la tierra también puede agradecer cada paso de danza que la acompaña.
Entre montañas cubiertas de neblina y surcos de remolacha en Alvarado de Cartago, destaca un agricultor que siembra algo más que vegetales: cultiva alegría. Su nombre es Alberto Núñez, pero todos lo conocen como “Pirulino”, un apodo inspirado en su canción favorita y en un espíritu inagotable.
Desde los nueve años trabaja en el campo. Décadas después, sigue levantándose temprano para sembrar, desyerbar y cosechar remolacha, aunque lo hace de una forma poco común: bailando. Sus pasos acompañan cada tarea, mientras tararea melodías y convierte la rutina en un espectáculo de entusiasmo.
“Desde chiquillo bailo mientras trabajo. Me hace sentir vivo, alegre, y la tierra lo agradece también”, asegura con una sonrisa amplia y una mirada iluminada por la pasión.
Para los vecinos de Alvarado, “Pirulino” es más que un agricultor. Representa un recordatorio de que la juventud del alma no depende de la edad. Cada paso de baile y cada remolacha cosechada transmiten el mensaje de que el esfuerzo también puede ir de la mano con la felicidad.
En tiempos marcados por el estrés, su ejemplo muestra que trabajar la tierra puede convertirse en una danza y que las raíces más fuertes crecen cuando se alimentan de sonrisas.
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