Por Sebastián Durango |21 de julio de 2025, 17:55 PM

En Oreamuno de Cartago vive un artista que no pinta por técnica, sino por convicción. Su nombre es Alonso Rubí, y sus obras no solo se miran: se sienten. Desde temprana edad, la pintura se convirtió en su forma de comunicarse con el mundo. Mientras otros niños jugaban, él se sumergía en colores, sin guía académica, pero con un talento nato que brotaba solo.

Rubí pinta con el alma. Aunque conoce los pinceles, prefiere usar sus manos, guiadas por la intuición y el corazón. Cada obra le toma cerca de una semana, y muchas de ellas terminan en colecciones privadas fuera del país. Aun así, nunca olvida sus raíces ni su anhelo de dejar huella en Costa Rica.

Las mujeres son su mayor inspiración: en sus lienzos aparecen como símbolos de fuerza, belleza y vida. Sus figuras hablan sin palabras, a través de miradas profundas, formas que narran historia y una paleta vibrante que emociona.

Además de sus cuadros, Alonso elabora máscaras que combinan tradición y creatividad, piezas que rinden homenaje al folclore costarricense y a su identidad cultural.

Hoy, su mensaje es directo: “Apoyemos el arte nacional, valoremos el talento que nace aquí”. No busca fama, sino trascendencia. Como él mismo expresa: “El verdadero éxito es dejar una huella en el corazón de las personas”.

Conozca su historia y su obra en el reportaje que está en el video de la portada.

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