El fogón de doña Yiya y un secreto arqueológico en Pacayitas
Finca Vialig combina historia, caminatas y cocina típica en una finca que conserva el alma de sus raíces y el legado de sus antepasados.
En Pacayitas de La Suiza de Turrialba, hay un rincón donde el tiempo parece haberse detenido para contar historias… y donde el fogón de leña sigue siendo el alma de cada comida. Se trata de Finca Vialig, un proyecto familiar que combina turismo arqueológico, naturaleza y gastronomía tradicional para ofrecer a los visitantes una experiencia que conecta con las raíces más profundas de la cultura costarricense.
15 años compartiendo raíces
El nombre “Vialig” nace de la unión de dos pilares fundamentales: Vianney y Ligia, padres de Fabián Araya Jiménez, anfitrión de la finca. Hace más de 15 años, la familia decidió abrir las puertas de su propiedad tras un hallazgo inesperado entre la vegetación: un recinto arqueológico que hoy forma parte central del recorrido.
“Fue una sorpresa encontrarlo. Es un legado que sentimos responsabilidad de cuidar y enseñar”, relata Fabián, mientras guía a los visitantes por el sitio Rosa María, una zona con estructuras de piedra que testimonian la historia precolombina de la región.
Senderismo, historia y buena comida
Finca Vialig se ha convertido en un punto de encuentro para grupos de senderismo y amantes de la historia. Muchos visitantes llegan a pie, atraídos por el entorno natural y la posibilidad de descubrir un sitio arqueológico en medio del bosque.
“Aquí los visitantes pueden recorrer el sendero, conocer el recinto arqueológico y luego sentarse a comer como en casa”, explica Yosette Araya Jiménez, también parte del equipo familiar. La experiencia no solo ofrece contacto con la naturaleza y el pasado, sino también con la calidez de un hogar donde cada detalle ha sido cuidadosamente preservado.
El fogón de doña Yiya
Ninguna visita estaría completa sin pasar por el Fogón de doña Yiya, como se conoce la cocina de Ligia Jiménez, madre de Fabián. En esta cocina tradicional, donde aún se cocina con leña, doña Ligia prepara con dedicación tortillas, guisos y platillos típicos que llenan de sabor cada encuentro.
“Cocino con cariño, como lo hacían mis abuelas. Para mí, esto es una manera de compartir lo que somos”, afirma doña Ligia mientras mueve una olla sobre el fuego. Su comida no solo alimenta el cuerpo, sino también la memoria colectiva de una cultura que resiste al paso del tiempo.
Quienes deseen vivir esta experiencia cultural y sensorial, pueden encontrar más información en las redes sociales del recinto: Finca Vialig.