El jardín de la abuela Noemí: remedios, sonrisas y pura vida natural
Su jardín no solo es un espectáculo visual, lleno de colores y aromas que encantan, sino también una botica viva: hay remedios para el resfrío, la digestión, el insomnio y hasta para “el mal de amores”.
“Para el dolor de cabeza, lavanda. Para el mal de estómago, hierbabuena. Y para el hígado graso, insulina”, dice con sabiduría y picardía doña Noemí Retana, una mujer de 80 años que ha convertido su jardín en un pequeño paraíso de bienestar natural.
Rodeada de flores, matas de olor y plantas medicinales, esta vecina de Alajuelita recibe a quienes pasan frente a su casa con una sonrisa y siempre, algún consejo. “Yo no padezco de nada, y es porque desde siempre he confiado en la medicina natural”, asegura con orgullo.
Su jardín no solo es un espectáculo visual, lleno de colores y aromas que encantan, sino también una botica viva: hay remedios para el resfrío, la digestión, el insomnio y hasta para “el mal de amores”, dice entre risas.
Aunque su hija —quien es enfermera— insiste en que se haga chequeos médicos o tome pastillas, doña Noemí se mantiene firme. “Eso a mí no me gusta, yo prefiero mis matitas”, confiesa con ternura.
La historia de esta mujer es también la de una sabiduría heredada, de las que se comparten entre generaciones y se riegan con amor, como las plantas de su jardín. Un recordatorio de que, a veces, la salud florece en los rincones más sencillos.
“Si tiene una dolencia, venga a ver qué le encuentro”, dice Noemí con una sonrisa que cura el alma.