Ella es la última mechera de San José y no piensa rendirse
Con una navaja y sus manos, deshace tela para crear mecha. Así trabaja doña Dinora, la última representante de un oficio tradicional que hoy pocas personas recuerdan.
Entre el bullicio del centro de San José y el vaivén de quienes cruzan la ciudad, encontramos a doña Dinora Salazar, la última mechera de la capital. Con su vestido impecable, el cabello recogido, una navajita en mano y una bolsa llena de tela, ejerce su oficio a las faldas del parque central, justo frente a la Catedral Metropolitana.
Desde hace 15 años, doña Dinora se dedica a deshilachar una tela especial —conocida como mecha— que se utiliza para fabricar productos como esponjitas y palo'e pisos. Cada mañana, camina cerca de 4 kilómetros desde su casa en Hatillo 4 hasta su lugar de trabajo: una banquita en pleno corazón josefino.
Es la única persona que aún realiza este centenario oficio en el parque y, por eso, se ha convertido en un personaje entrañable para la ciudad. Su simpatía y constancia la han vuelto parte del paisaje urbano: saluda a taxistas, autobuseros, policías, vendedores ambulantes y a cualquiera que cruce su camino.
Madre de cinco hijos, sacó adelante a su familia como ama de casa. Sin embargo, con los años, las oportunidades laborales fueron desapareciendo. “Me dejaron de contratar por ser muy mayor”, asegura con una mezcla de resignación y dignidad.
Pese a eso, doña Dinora sigue trabajando. Lo hace con honradez, con esfuerzo… y siempre con una sonrisa. Nos sentamos a su lado para conocer su historia, una que se entreteje con hilos de lucha, memoria y resiliencia.
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