Por Diana Vásquez 16 de octubre de 2025, 17:55 PM

En un país pequeño, pero con un enorme potencial para innovar, la ciencia costarricense vuelve a brillar gracias al liderazgo femenino. La bióloga Maritza Guerrero, junto con un equipo de investigadores, desarrolló un método único en el mundo para cultivar microalgas capaces de aumentar la productividad agrícola hasta en un 30%, oxigenar suelos, capturar dióxido de carbono y limpiar aguas. Un aporte que no solo fortalece la agricultura nacional, también abre una ventana hacia soluciones sostenibles frente al cambio climático.

El proyecto se materializó en Phyco-Plus, un bioestimulante natural que ya demostró mejorar cultivos como lechuga, sandía, melón, chile dulce y zucchini. Con microalgas cultivadas en estanques de Barva de Heredia, el equipo logró reducir en un 95% los costos de producción respecto a países desarrollados, lo que convierte esta innovación en una opción real y accesible para agricultores costarricenses. Productores locales ya constatan sus beneficios: suelos más ricos, plantas más resistentes y alimentos de mayor calidad.

La historia de Guerrero refleja también la perseverancia de las mujeres en la ciencia. Tras 18 años de investigación, primero en el Tecnológico de Costa Rica y ahora desde la empresa Algabiotica, demuestra que el conocimiento puede transformarse en emprendimiento y que la biotecnología puede impactar directamente en la vida de quienes trabajan la tierra. A su lado, profesionales como Francinie Murillo consolidan un espacio donde la ciencia liderada por mujeres abre camino en disciplinas STEM que aún enfrentan desigualdades de género.

Más allá de lo económico, el impacto de las microalgas es regenerativo: enriquecen la biodiversidad del suelo, mejoran la retención de agua, fortalecen la resiliencia de los cultivos y reducen la necesidad de químicos dañinos. Así, la ciencia costarricense reafirma su capacidad de generar alternativas transformadoras con proyección global.

Desde los laboratorios hasta los campos del país, el trabajo de Maritza Guerrero y su equipo es un testimonio del poder de la ciencia hecha por mujeres. Una historia de innovación y resiliencia que posiciona a Costa Rica como referente en soluciones basadas en la naturaleza.

Repase el reportaje completo en el video que aparece en la portada de este artículo.

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